Luego de ver la primera temporada de Stranger Things en una sola sentada, muchas veces me pregunté mientras leía reportes de la segunda qué tan sostenible sería la serie a largo plazo. Los principales elementos que me habían encantado, como el gap en los dientes de Dustin, la dinámica de amistad entre los cuatro protagonistas, y cómo cada uno de los personajes en un entorno extremadamente (para mal) mundano, enfrentaban una situación sobrenatural. En muchos momentos, quizá los mejores, los hermanos Duffer nos entregaron situaciones que rozaban en lo ridículo, haciéndonos sentir el mismo sentido de urgencia que se sentiría estando en Hawkins en esos momentos.
Una gran primera temporada estableció la serie. La segunda y la tercera la desarrollaron explorando nuevos matices (la segunda se inclinó más a géneros de terror, la tercera recuperó en su totalidad sus orígenes pastiche y fue mucho más relajada en tono). Pero la cuarta temporada además de enfrentar el reto de elevar todas las anteriores, también tenía que responder por lo que ya todos veíamos venir: la madurez y el crecimiento de su elenco sin que rompiera la línea temporal de la narrativa de la serie.
Casi tres años después, recibimos una temporada “en grande”, en múltiples sentidos. Stranger Things 4 es la temporada más costosa de la historia de la serie, y probablemente de Netflix a la fecha (aunque la productora no ha dado la confirmación oficial), con una extensión de casi cuatro horas más que una temporada promedio, numerosas locaciones e historias paralelas.
Dividida en dos volúmenes, hay que cuestionar el impacto que posiblemente tuvo una entrega fraccionada en la apreciación de toda la historia. El Vol. 1 se siente en un nivel distinto al Vol. 2, sin embargo, juntos componen una cátedra de cómo una serie puede crecer tanto en volumen, tecnicismos, narrativa, personajes, y temáticas, de forma equilibrada y en una misma dirección.
Los primeros siete episodios llevan la carga de tener que construir tantas narrativas paralelas que en ocasiones, algunos elementos se sienten que sobran. Simultáneamente seguimos el paso de lo que sucede con las muertes aleatorias Hawkins, Mike, Will, y Charlie en Lenora, Eleven en una locación secreta recuperando sus poderes, y el rescate de Hopper en Rusia. A estas cuatro historias clave, se suman subtramas como los recuerdos de Eleven de su estancia en la clínica especial, y el surgimiento de una especie de fanatismo anti satánico representado principalmente por James, quien es el vehículo perfecto para representar los peligros del fanatismo religioso.
Los últimos dos capítulos compensan todo lo que pudo fallar en el Vol. 1 y unifica de forma magistral todos los cartones que nos vimos forzados a llevar en la primera entrega. El mayor triunfo puede ser a nivel de guion y narrativa, en el que no solo nos entregan la conexión que tanto anhelábamos en los primeros episodios entre todos los sucesos en curso, sino que también garantizan para todos y cada uno de los personajes un merecido climax y cierres a sus arcos individuales.
Pero lo más hermoso de Stranger Things 4 es que a pesar de tener que llevar el hilo de tantas cosas al mismo tiempo, las cosas que sí aciertan, es en grande. Si había un reto de presentar una nueva madurez, es seguro confirmar que lo superaron con creces. El tratamiento de la salud mental y cómo se convierte en un vehículo narrativo es un acierto que está excelentemente ejecutado.
Esta temporada nos entra en temas adultos y serios como nuestras conversaciones internas, el auto castigo, los miedos e inseguridades, los extremismos, y la sensación de pérdida. Todos son tratados de forma magistral tanto para los personajes como la audiencia. Episodios como “Dear Billy”, que podríamos destacar como el mejor, o uno de los mejores en la historia de la serie, y el season finale, abren la puerta a conversaciones importantes que debemos tener con nosotros mismos y las personas más cercanas a nosotros.
¿Acaso quienes más nos quieren saben cómo apaciguar las cosas que más nos atormentan? Peor aun, ¿se imaginan nuestros tormentos? Muchas veces vivimos encerrados en nuestras propias barreras y detrás de fachadas falsas, y si vemos Stranger Things 4 con una doble lectura, podemos tomar la invitación de ser más abiertos y transparentes con las cosas que nos inquietan, pues muchas veces esas cuestiones ‘oscuras’, no solo nos pasan a nosotros.
Quizá el mayor detonante para tratar estas temáticas tan complejas es Vecna, el villano más drástico, pero también el mejor dibujado y con la historia más clara que habíamos visto a la fecha. Los hermanos Duffer anticiparon que empezaríamos a recibir respuestas y antecedentes del Upside Down, y Vecna ciertamente cumple con esa promesa. Suma mucho a toda la historia tener un antagonista con motivaciones y sensibilidades, que también complementa y amplifica las motivaciones y el trasfondo de Eleven en matices que no ciertamente no imaginábamos ver.
Nada de esto hubiese sido posible sin tener un elenco que definitivamente entrega más allá de lo que está escrito en la página. Si muchos de los actores de la serie han podido demostrar sus capacidades en otras producciones fuera del universo de Hawkins, en esta temporada les sacan el jugo con arcos narrativos de mucho más crecimiento. Sadie Sink, Millie Bobby Brown, y Jamie Campbell hacen imposible despegarse de la pantalla. Joe Keery, David Harbour, Gaten Matarazzo y Caleb McLaughlin y Noah Schnapp nos regalan algunos de los momentos más dulces y emotivos que nos aterrizan ante la super carga de acción y efectos sobrenaturales que trae la serie. Joseph Quinn es la revelación de la temporada, convirtiendo a Eddie Munson en un personaje inolvidable.
A nivel técnico, Stranger Things 4 podría estrenarse en una pantalla de cine, y se disfrutaría inclusive más que en la pantalla chica. Cinematográficamente está pensada para ello. Y el soundtrack, que siempre ha sido una fortaleza para la serie, en esta temporada se eleva y se convierte en un vehículo simbólico dentro de la propia historia. En muchas ocasiones la música cobra relevancia no solo para fines de ambientación, sino como un arma dentro de la batalla que nuestros personajes enfrentan en esta ocasión.
Quizá la máxima representación de este último punto sea el uso continuo de “Running Up That Hill” durante la temporada. La canción, que hoy en día disfruta de un revival que rompe records históricos, tiene un uso casi de himno en los momentos de inflexión que nos trae esta nueva entrega. Cada escena que usa pinceladas de esta canción es altamente superior en ritmo, visuales y emoción. En muchos sentidos, consolida lo que todos nos llevamos de esta cuarta temporada.. que es simplemente todo lo que un fanático de Stranger Things pudo haber pedido.
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