Eterna romántica melancólica que soy, ya es un hábito visitar aunque sea una librería o kiosko en cualquier ciudad a la que voy. Mi mochila siempre reta las barreras del espacio llevando mitad de mi equipaje y los libros que voy comprando en el trayecto.
En Venecia existe una librería conocida como ‘la librería más hermosa del mundo’. Y aunque con los años he desarrollado la conciencia de que a través de Instagram todo es más bonito, si hay algo que hace especial la Librería Acqua Alta es que no necesita filtros para expresar los colores e historias que yacen en ella.
Una vez atraviesas los los estorbosos mares de turistas que Venecia alberga, sobre todo en un día perfecto de verano, la Librería se encuentra en el norte del casco céntrico de la ciudad, con un letrero en su entrada apropiándose de la descripción que le ha dado la gente: ‘la librería más hermosa del mundo’.
Dentro de Acqua Alta, los libros no se encuentran en estanterías. Las estructuras son góndolas, tinas, antiguas sillas y mobiliarios que han servido de expositores mientras la librería continúa creciendo. Y sin embargo, no hubo forma de encontrar un libro para llevarme o siquiera hojear. Disculpe, ¿dónde puedo encontrar ’La divina comedia’ de Dante Aligheri? Probablemente enterrada dentro de una góndola.
Le conté a un amigo italiano lo que para mí era el desorden del siglo y el maltrato de infinitos libros antiguos que perfectamente podían ser rescatables, y solo sonrió diciendo: ‘esta librería es la mejor representación de la psicología italiana.. tangibiliza en un espacio nuestra tendencia de abrumar y estar abrumados, nuestra desorganización y la eterna confusión que nosotros mismos nos creamos’.
Y la verdad es que con lo poco que he conocido de Italia en dos viajes y a través de amistades de allí, sí creo que tiene toda la razón. Pero también vi en Acqua Alta, quizá con la perspectiva de la supervivencia post pandemia, la viva representación de la resiliencia de una ciudad como Venecia, que a pesar poder hundirse en cualquier momento, se sigue renovando a sí misma.
Al fondo de la librería de Acqua Alta, hay un pequeño patio con una escalera formada por libros, la mayoría dañados, en lo que solía ser un área de estanterías que se perdió en una de las numerosas inundaciones que han afectado a Venecia a lo largo de su historia. Hoy, es un photo spot obligatorio del lugar, generando más tráfico de personas el tomar la foto que el apreciar los libros que hay en ella. Pero muchos, aunque fuera de cortesía, compraban al salir aunque fuera un póster para mitigar su culpa. Probablemente en muchos sentidos, este tipo de tráfico es lo que hoy en día la mantiene viva. Quizá el ser en Instagram la librería más hermosa del mundo es un acto de resistencia, la adaptación ante las circunstancias de una ciudad que continuamente se ha visto obligada a revaluarse.
Pasé el resto de mis vacaciones de verano haciendo memoria de la variedad de librerías a las que he ido. Los monumentos que he visitado, e inclusive los pequeños callejones auténticos que usualmente uso como atajos no turísticos. Y la verdad es que nunca había pensado con conciencia en su capacidad de representar entes intangibles, como la identidad cultural de donde se ubican. Como micro experimento social, revisité con conciencia todas las fotos que había tomado, repasé mi recorrido dentro de Acqua Alta, y lo contrasté con el resto de mi experiencia italiana durante el viaje. En efecto, el caos que en sí mismo se vuelve hermoso y su eterna resiliencia, estaban comprimidos en ese espacio. Probablemente para mis amigos arquitectos e interioristas esto es obvio.. pero algunos necesitamos vivir las cosas de otras formas para descubrirlas.
Tomando la lección que me dejó Acqua Alta y esas conversaciones con mi amigo, me quedé pensando en varios puntos. ¿Qué pasaría si viéramos los sitios en los que estamos por las historias que probablemente resguardan y no por lo que simplemente está puesto? ¿Si viéramos más allá de dónde tirarnos la foto? ¿Acaso nuestra curiosidad crecería? ¿O el eterno corre corre nos privaría de enterarnos de los detalles? Vivimos en una ciudad en la que todos los días abre un sitio nuevo, pero a la vez vivimos una profunda crisis cultural en la que a gritos pedimos contenido autóctono, auténtico y de valor, que refleje los nuevos valores y tensiones que componen nuestra identidad. La presente, no la nostalgia clásica que se ha vuelto nuestra estampa comercial del merengue y las playas.
Si prestamos atención, existen pequeños rincones que así como la librería Acqua Alta de Venecia refleja al italiano, son capaces en el espacio más mínimo reflejar nuestro espíritu. Y sobre todo, la variedad y segmentación que como sociedad estamos viviendo. Casa de Teatro sigue siendo ese punto de encuentro para todas generaciones y clases sociales, y espacios de ocio como Local 3 se vuelven un refugio para todas las generaciones. Existe una oportunidad muy grande no solo de conocer estos espacios, sino también de inyectarles la vida que buscan dar. Un Santo Domingo más interesante y habitable es algo que todos queremos, pero también implica un esfuerzo de todos. Después de todo, la ciudad que hoy tenemos, no es más que un reflejo de nosotros mismos.
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